De nuevo un relato y de nuevo un autor americano.
Fue publicado en "The New York Times" en 1990.
Hacía muchísimo que no leía nada de Paul Auster, y ha sido un reencuentro muy agradable.
¡Es mas bonito!
¡Y tan dulce!
****spoilers****
Claro que si se examina fríamente, un escritor que primero denuesta la obra de su amigo y confidente. Los prejuicios le impiden valorar su obra, incluso después de verla. Finalmente, por suerte, consigue quitarse la venda de los ojos.
Un drogadicto y ladrón de libros.
Una pobre ciega abandonada por todo y por todos. Viviendo en la miseria y rodeada de porquería, seguramente, tal y como lo da a entender el relato sin unas mínimas condiciones de salubridad.
Y nuestro protagonista, un estanquero con pretensiones de artista, finaliza robando a una pobre vieja, indefensa e inválida.
Por mucho, que la culpa sea del nieto y que todos tenemos en nuestro subconsciente que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Y por muchos problemas de conciencia que tenga, no deja de ser un acto reprobable. Y no sólo eso, sino que es "un estanquero". Dentro de poco, ser estanquero será algo que moralmente se asemeje a ser un camello, puesto que se dedica a vender una "droga legal" a personas que tienen una dependencia.
Un drogadicto y ladrón de libros.
Una pobre ciega abandonada por todo y por todos. Viviendo en la miseria y rodeada de porquería, seguramente, tal y como lo da a entender el relato sin unas mínimas condiciones de salubridad.
Y nuestro protagonista, un estanquero con pretensiones de artista, finaliza robando a una pobre vieja, indefensa e inválida.
Por mucho, que la culpa sea del nieto y que todos tenemos en nuestro subconsciente que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Y por muchos problemas de conciencia que tenga, no deja de ser un acto reprobable. Y no sólo eso, sino que es "un estanquero". Dentro de poco, ser estanquero será algo que moralmente se asemeje a ser un camello, puesto que se dedica a vender una "droga legal" a personas que tienen una dependencia.
Sin embargo, lo que consigue este hombre, (el autor), es que leamos un cuento muy navideño, donde la buena fe y buenas obras se abren paso, frente a todo lo demás.
Ya sé que lo que he puesto en los spoilers es muy exagerado, en realidad no creo nada de lo que he puesto (al 100%), pero es lo que me maravilla de algunos escritores. Como de gente tan cotidiana como cualquiera de nosotros, son capaces de sacar tanto jugo.
Me cautiva de Paul Auster que es un escritor claro y sobrio. O eso me parece a mí. Será porque me gusta su forma de redactar.
Cada vez huyo mas de esos escritores para contarte un echo o una idea, se pasan hojas y hojas dándole vueltas a lo mismo. Me pasó con uno de los últimos libros que leí, y fue tal la impresión, que al revisar el blog, ni tan siquiera le he dedicado una entrada. A ver si me animo y lo hago.
Contraportada: Un día, Paul Auster recibe el encargo del New York Times de
escribir un cuento navideño. Abrumado por la tarea («¿Qué sabía yo acerca de la
Navidad?», se pregunta), decide que la narración que escriba huirá de la común
sensiblería que impregna esa época hibernal. En busca de inspiración, sale a
pasear y acude al estanco de Brooklyn regentado por su amigo Auggie Wren, un
peculiar fotógrafo que retrata, diariamente, la misma esquina del barrio y el
paso del tiempo. Será él quien ofrezca al autor esta peculiar historia, que
comienza con el hallazgo casual de una cartera perdida, y que fue la semilla
del guión de la película Smoke.
Título: El Cuento de Navidad de Auggie Wren
Título original: Auggie Wren's Christmas Story
Traducción: Ana Nuño López
Ilusitraciones: Isol
Autor: Paul Auster
Editorial: Booket
36 páginas
36 páginas